
Hace unos días coincidí con un compañero en un curso sobre TDAH -por cierto, muy interesante- y hablamos durante el café de todo un poco, hasta que llegamos al tema de cómo convencer a un compañero que no estuviera muy por la labor de las virtudes de un Proyecto Lingüístico de Centro (PLC).
La pregunta, que no pude responder inmediatamente, se me quedó rebotando en el subconsciente durante los días que tardamos en volver a encontrarnos en otro curso, en este caso, sobre el fomento de la competencia lingüística en los centros.
Durante esos días, yo había llegado a la conclusión de que esa venta exprés al estilo elevator pitch era poco menos que imposible. Consulté con una de las personas que más saben sobre el PLC y sus efectos, como es Rául Rubio, quien elaboró su tesis doctoral en torno a la implantación exitosa del proyecto en el IES Garcia Lorca, centro de difícil desempeño de Algeciras. Hablamos de los efectos demostrables sobre el aprendizaje y hasta sobre la convivencia, pero me sonaba a algo convincente al largo plazo, pero con menos chispa de la necesaria para cazar a alguien al vuelo.
Durante la formación del desarrollo de la competencia lingüística, impartido magistralmente por José María Gómez Delgado, fui encajando algunas piezas y, aunque es posible que no respondan a la pregunta del encabezado, creo que merece la pena compendiar algunos argumentos a favor de un Proyecto Lingüístico de Centro (ya se escriba con mayúsculas o con minúsculas).
La lengua es la puerta para todos los saberes
Es casi sonrojante tener que recordar que la lengua es el vehículo gracias al cual podemos transmitir conocimiento. Esto está, además, por encima de cualquier planteamiento metodológico. Mientras mejor lean, escriban, hablen, lean e interactúen, mejor acceden a los conocimientos.
No dejamos a nadie atrás
Más allá de los planteamientos utópicos como el no child left behind de George W. Bush, a través de unas actuaciones bien planificadas en torno al dominio lingüístico y al intercambio multidireccional en el aula podemos conseguir que nadie se pierda y atender a la diversidad. Si asumimos la importancia de la comunicación entre iguales en el aprendizaje, podemos generar dinámicas donde unos asienten, otros refuercen y todos comprendan. Como resultado no sólo mejoramos la calificación evaluación, sino el clima de convivencia y cooperación.

Pasos cortos y seguros
Cuando hablo de una proyecto lingüístico de centro en minúsculas, me refiero a que cualquier actuación consensuada en el centro que tenga como objetivo mejorar la competencia en comunicación lingüística de nuestro alumnado ya será un éxito. La clave está más en que los planteamientos lleguen al aula y se apliquen, que en el hecho de diseñar proyectos maximalistas y complejos. Esto no debe entenderse como la guerra de guerrillas o dentro de mi aula, cualquier actuación, por pequeña que sea, debe abordarse desde el enfoque de centro.
Te doy la solución junto con la exigencia
Si apostamos por incluir determinadas estrategias a nivel global, es imprescindible que se incluyan en el conjunto las soluciones para aquel profesorado que pueda estar menos convencido. Si ofrezco material, metodología, pautas, instrumentos,… de forma que podamos utilizarlos de manera colegiada, estaremos aumentando el confort de los profesionales y minimizando sus resistencias.
El objetivo es el alumnado
El principal aprendizaje que me han ofrecido las rúbricas de evaluación en los últimos años es que el alumnado mejora sus resultados cuando tiene muy claro qué se espera que haga en cada momento. Entonces, ¿y si pudiéramos consensuar qué esperamos del alumnado en cada momento? La mayor parte de los criterios o indicadores son transversales desde los contextos de evaluación, por lo que mientras más consistentes y compactos sean, más previsibles serán para el alumnado. De esta manera, sabrán lo que esperamos de ellos y podrán adaptar sus propias decisiones a esos objetivos.
Enfoque competencial
Sin ánimo de nombrar a las que no deben ser nombradas en vano, el Proyecto Lingüístico de Centro o las estrategias que decidamos implantar, serán un paso tangible hacia el enfoque competencial, permitiéndonos generar procesos de enseñanza-aprendizaje más ricos y alcanzar una evaluación más sensata y comprensible, tanto para el profesorado como para el alumnado. En el momento en que desde el aula somos capaces de trascender hacia departamentos, áreas, ciclos, o centros enteros, estaremos logrando transversalidad y enfoque competencial.
